Empecemos el viaje. Vayamos a ese lugar a donde nadie quiere ir. Expongamos nuestra piel a las miserias de la vida, construyamos nuestro mundo a nuestro antojo. No es posible quedarse sentado mirando que las cosas pasen.
Ayer iba caminando por un espacio abierto, a lo lejos, los edificios brillaban de una forma muy particular. Mi mundo estaba separado, no tenia conexión con absolutamente nada. Podía llorar, gritar y nadie me escucharía. En ese momento comprendí que no importaba nada, que lo que nos rodea es una maquina en continuo movimiento y que si nosotros nos detenemos ella ni siquiera se da cuenta.
Respiré profundo, sacudí mi cabeza y empecé a correr. Las imágenes se pusieron borrosas, se convirtieron en una sucesión de lineas amorfas de colores vivos y opacos. Un chillido comenzó a resonar en mi oído. Por delante, solo estaba el horizonte coronado por un medio sol.